Revista Digital CADIME — Mayo 2025

La experiencia pospandémica del COVID 19, demostró definitivamente que la salud es un factor determinante para que los países tengan un desarrollo productivo y un camino al crecimiento sostenible. 

Los sistemas de salud enfrentan el desafío de lograr el mejor camino para que las personas, en términos poblacionales, puedan resolver sus problemas de salud/enfermedad, de tal forma, que no tengan impedimentos de atención clínica, tanto por problemas de acceso ni por temas de cobertura, y a su vez reciban el mejor nivel de calidad en los servicios de salud. En pocas palabras es tener efectividad sanitaria y lograr el impacto esperado en la salud de la población.

En contraparte, los sistemas de salud deben encontrar un equilibrio económico y ser financieramente sostenibles, pues los recursos son finitos ante la presión de costos crecientes en la inversión de nuevas tecnologías, personal sanitario calificado y la prolongación de la vida.

Tanto en los organismos internacionales como OMS, OPS , ONU/CEPAL, G7, OCDE y otros, la evidencia científica y la experiencia concreta en países, señalan que estos objetivos pueden conseguirse a través de la estrategia de cobertura universal, basados en un enfoque clínico asistencial a través de una extensa red integrada por establecimientos prestadores ambulatorios, tanto públicos como privados, que se extiendan geográficamente y ejerzan la Atención Primaria de la Salud (APS) jurisdiccional, respetando las características regionales y sus prioridades de salud. Es ampliamente difundido que esta estrategia sanitaria no solo resuelve más del 80% de las necesidades de salud/enfermedad de una población, sino que promueve un ahorro de relevancia en el gasto de salud.

Los resultados de una atención clínica de cercanía, el rol de la presencia de profesionales de salud calificados en los establecimientos, la promoción educativa de los hábitos saludables de vida y el valor demostrado de la medicina preventiva y la detección precoz de enfermedades, en un marco de interoperabilidad digital y de innovación tecnológica, definen el marco del nuevo modelo de servicios prestadores de salud de esta red de atención primaria. Según la OMS, un diabético no controlado implica un 20% más de gasto que un paciente controlado. Un diabético medicado tiene un gasto de 2 a 5 mil dólares por año, pero si pasa a una enfermedad agravada por diabetes no controlada, este gasto se transforma en 25 a 30 mil dólares por año. Un diagnóstico temprano de cáncer en atención primaria difícilmente llegue a los 100 dólares, pero un tratamiento oncológico provoca un gasto de 10 a 50 mil dólares según el tipo de cáncer. Los beneficios de focalizarse en la atención primaria de los servicios ambulatorias y no en la enfermedad son altamente beneficiosos para todos.

Jerarquizar y retribuir adecuadamente al personal sanitario y las prestaciones de esta red asistencial de relevancia, es una asignatura pendiente que debe corregirse.

Nuestro país, respalda la estrategia sanitaria de la Cobertura Universal de Salud en el Acta 3/2018 del COFESA y de la Atención Primaria de la Salud, en los puntos 4 y 19, del artículo 23 del Decreto DNU 8/2023 de la Ley de Ministerios. Hay marco político para activar estas acciones sanitarias.

En conclusión, se han presentado modelos y tendencias internacionales concretas a seguir, que pueden adaptarse a nuestras necesidades y características regionales y nacionales. Las autoridades y los tomadores de decisión políticas en salud, tanto nacional como jurisdiccional, junto a una participación horizontal de involucrados en la gobernanza, tienen el desafío de promover las reformas necesarias para conseguir un sistema equilibrado y sostenible de salud.